Curiosidad sobre las fechas de los capítulos de ETDM.

Tres símbolos religiosos

Porque no sólo existe un calendario

Muchos de los primeros lectores de cortesía de El Tomoscopio de Mimbre se extrañan al constatar cómo al principio de cada capítulo aparece consignada la fecha que acompaña el lugar donde se desarrolla esa trama.

Pues bien, la idea no era otra que reflejar cómo en Tánger convivían (a veces con sus más y habitualmente con sus menos) personas adscritas mayoritariamente a alguna de estas religiones, que como bien sabéis tienen calendario propio.

Y no resultó fácil en un inicio abordar la cuestión. Primero porque el calendario gregoriano se alumbró en 1582. ¿Cómo calcular equivalencias antes de esa fecha? Aún así cuadrar con el calendario islámico era más o menos factible. Pero hacerlo con el hebreo ya fue otro cantar.

El hecho de que éste sea un calendario lunisolar complica aún más las cosas. Y eso que algunas páginas de Internet lo solventan con restas aproximadas que no aciertan ni a la de tres.

Poesía: la lengua de los ángeles rebeldes.

José Ángel Valente

José Ángel Valente

Pepe Valente para los amigos. Otra vida forjada a golpe de exilio. Ginebra constituyó su segunda casa durante muchos años. Allí ejerció profesionalmente como traductor en la OMS (Organización Mundial de la Salud), para poder dedicarse el resto del tiempo a su oficio y pasión: la poesía. Y era bueno, muy bueno.

No sólo porque le concedieran el Príncipe de Asturias de la Letras y el Nacional de Poesía, a su regreso a España. Obtuvo algo mejor: el reconocimiento de lo más granado del mundo cultural hispanohablante del momento. Y por si fuera poco, también se erigió en «socorredor» de aquellos exilados que habitaban su zona geográfica como María Zambrano.

La única ocasión que tuve de visitar Almería capital, tuve la suerte de toparme sin querer con una calle dedicada a este gran intelectual de la escena nacional. Localidad que eligió para vivir la última etapa de su vida. Aunque debió volver a Ginebra, a ratos, para pelear contra la cruel enfermedad que acabaría llevándoselo por delante.

La madrugada en que falleció mi padre fue este verso suyo el que me vino a mi mente para acompañarme:

De ti no quedan más que estos fragmentos rotos,
que alguien los recoja con amor te deseo, los tenga junto a sí
y no los deje totalmente morir en esta noche de voraces sombras
donde tú, ya indefenso, todavía palpitas.

Una figura imprescindible en la poesía española de siempre.

¡Jo qué tío! ¡Haquetía!

Solly Levy

Solly Levy no deja que muera esta lengua

Uno de los sonidos que un tangerino conserva para siempre en su memoria es esa lengua de gran musicalidad que cristalizó en el Norte de Marruecos: el Haquetía.

Una derivada de la lengua ladina que portaron los judíos expulsados de España hace 400 años y cuya porosidad permitió que sus hablantes incorporaran expresiones de allá por donde se iban asentando. Entre ellos Tánger, donde raro era el día en el que no llegaba a los tímpanos alguna expresión de labios de sus habitantes.

Son varias las personas que siguen conservando para todos nosotros esta maravilla del lenguaje. Entre ellas, El Tomoscopio de Mimbre quiere destacar hoy a Solly Levy y a Mercedes Dembo. De él les dejo uno de sus Sollyloquios en Radio Sefarad y de ella este relato subido a Youtube; impagables testimonios de amor a esta lengua.

Bit, bit, bit, Bitcoin…

bitcoin

¿Otra burbuja más?

Como cartel de una tienda de informática en la localidad malagueña de Coín, tendría un pase. Para los más anglófilos, amantes de la literalidad, no pasaría de ser «un poquito de moneda».

Pero es bastante más serio que todo eso. En 2009 y surgido de las tinieblas (está por conocer quién o quiénes la sacaron al mercado), apareció una nueva moneda que no pertenece a país alguno, que no controla ningún organismo financiero (aunque eso, a la vista de cómo ha quedado el mundo tras la crisis financiera, ya es lo de menos) y que como la «falsa monea» de la copla, que de mano en mano va y ninguno se la queda. Más por nada porque es digital, como los apuntes de nuestro dinero en el banco, y no existe su versión para llevarla en el bolsillo.

El debate se abre porque, por un lado, están quienes abominan ya del papel de los bancos que ven en esta «criptodivisa» una manera de eliminar intermediarios y agilizar las transacciones. Pero también se encuentran quienes han encontrado en esta manera de operar las finanzas un filón para cometer las fechorías de siempre pero con nuevos modos.

Si a ello se une su inestabilidad de valor, un día vale 400 y al otro 3000 dólares, estamos ante un señuelo para ver hasta qué punto la gente es capaz de entrar a tontas y a locas en este sistema. A veces parece que la crisis que sufrimos, sigue sin producir aún las lecciones suficientes para muchos ciudadanos de este mundo. En esa labor está embarcado El Tomoscopio de Mimbre también.

Ahora bien, al que la lección le ha hecho zasca en toda la boca ha sido al «bacalao» protagonista de la noticia aparecida hace poco por deshacerse de un portátil obsoleto sin caer en la cuenta de que había acumulado una cantidad significativa de bitcoins en su disco duro.

Una de Stravinsky…

Lienzo de El Pájaro de Fuego

Lienzo de El Pájaro de Fuego por Ivan Bilibin

Una figura clave que me ayudó, hace años, a interesarme por la música clásica fue el archiconocido director de orquesta norteamericano Leonard Bernstein. ¿Este señor es el autor de la música de West Side Story? Sí, sí; también.

Pues fue el primero que consiguió que aguantara escuchando El Pájaro de Fuego (veintipocos minutos) y encontrar así en la obra el sentido musical de esta antigua leyenda de la mitología rusa. ¡Qué tres minutos y medio finales de la orquesta!

Este ballet representado en multitud de ocasiones, recoge la aventuras del príncipe Iván frente al malvado demiurgo (semidiós) de nombre Kaschei, encantamientos van y luchas vienen. El Tomoscopio de Mimbre hizo guiño a esta monumental obra.

Más información…

Así era La Cosa…

Juan de la Cosa

Un hombre para la Historia

La televisión acabó de lanzar al estrellato a un cómico gaditano hará eso de veinte años. Su nombre, Ángel Garó, tenía entre sus «talentos» la facilidad de representar bajo el prisma del humor a personajes de toda índole. Destacó uno de ellos, ciertamente amanerado, con el nombre de Juan de la Cosa quedando, me temo desde entonces, en el imaginario colectivo del país una poco afortunada referencia al personaje que hoy me ocupa.

Sin querer desmerecer al artista mencionado, soy partidario de cada uno de nosotros acabe poniendo en el lugar preferente de nuestra memoria al insigne cartógrafo santoñés Juan de la Cosa. Un tipo que hoy estaría considerado entre lo más granado de la profesión científica por la maestría y rigor que demostró al dibujar la mejor cartografía de la época.

Y no sólo tenía ojo para los mapas. Lo tuvo también para fijar su residencia en la gaditana localidad de El Puerto de Santa María desde donde catapultar su figura hacia esa nueva América junto a Cristóbal Colón. Tal como recoge este mosaico situado en la plaza que lleva su nombre, homenajeando su labor cartográfica.

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Su final ensartado como un pinchito por las flechas de los indígenas en el Nuevo Continente no desmerece una trayectoria inconmensurable, tal y como se apunta en El Tomoscopio de Mimbre.

El sueño de María…

María ZambranoMi retina aún conserva esas imágenes, casi furtivas, tomadas por la televisión española de 1984 en las que María Zambrano era ayudada a bajar del autobús lanzadera del aeropuerto, el día de su regreso a España desde Ginebra.

Recuerdo a mis padres algo emocionados delante del televisor fruto de la admiración hacia un símbolo de la intelectualidad que volvía del exilio.

Felizmente, cuatro años más tarde se produjo una mínima reparación hacia su figura al convertirse en la primera mujer que recibió el Premio Cervantes. Gloria que su delicada salud le permitió disfrutar sólo hasta 1991.

Hoy en día, su legado está depositado en el Palacio de Beniel de Vélez-Málaga, sede de la Fundación María Zambrano, donde puede uno intentar pasar un tiempo entre sus sueños. Y ojeando también la edición honorífica de El Tomoscopio de Mimbre allí depositada.

Otro día, más, sobre esta gran mujer.

El juego de GO

Tablero GO

Un tablero de GO con ishis blancas y negras

Puede que a estas alturas todavía haya gente que desconozca la existencia de este juego de estrategia en tablero. Entre los jóvenes, me imagino, que el consumo de cómics y series manga japonesas les permite ponerle imagen a lo que digo.

Si el ajedrez puede parecerle a alguno reservado para sesudos, está a tiempo de subir un peldaño más.  El GO genera un mayor número de jugadas futuras a tener en cuenta. De hecho, en Japón, su estudio tiene carácter universitario, con lo que poca broma con esto. ¿Algún valiente? Ahí tiene un buen pasaporte para aficionarse.

Y aunque la historia de este juego atesora un anecdotario de partidas que han llegado a durar hasta semanas, me llamó bastante más la atención el sentimiento que Jorge Luis Borges expresaba en estos versos:

Es más antiguo que la más antigua escritura
y el tablero es un mapa del universo.
Sus variaciones negras y blancas
agotarán el tiempo;
en él pueden perderse los hombres
como en el amor o en el día.

El Tomoscopio de Mimbre hace coincidir en Buenos Aires a estos dos fenómenos.

Tánger también tuvo frontón de cesta-punta…

Pelotari de Eibar

Mi abuelo Joaquín

Aunque pueda parecer exótico, así fue. Entre los años 30 y 40 del siglo pasado el deporte de la cesta-punta echó raíces en la ciudad internacional de Tánger, cuando todavía no existía administrativamente el reino de Marruecos como tal.

Una villa que vivió de la modernidad aportada por la variedad de nacionalidades, etnias y religiones que convivían, fruto del estatus de internacionalidad del que gozaba por aquel entonces.

Y mi abuelo Joaquín tuvo el privilegio de formar parte del plantel de pelotaris, la mayor parte de aquellos años (algo tuvo que ver la guerra civil, para qué engañarnos). Una ciudad que acabaría acogiendo durante casi cuarenta años a este eibarrés, aventurero de la cesta-punta profesional. En El Tomoscopio de Mimbre más.

Arthés Factum

¡Ustedes lo han querido!Si me hubiesen dicho hace una serie de años que la música medieval tendría una presencia apreciable en la banda sonora de mi vida, habría esbozado una medio sonrisa de «vale, otro día«.

Pero un determinado día se cruzó ante mí la oportunidad de asistir a un concierto de este magnífico equipo de músicos. No seré yo quien descubra, después de 20 años por esos escenarios del mundo, al grupo sevillano ARTEFACTUM. Todo lo contrario; su presencia en la novela es un lujo que quise darme con objeto de aportar algo más de allegro al relato.

Mención especial tiene el zanfoñero mayor del reino, El Pájaro (en el centro de la foto). Un tipo entrañable con sistema operativo de artista y un sentido del humor que salvará a este mundo de tanta máquina y automatización.

¡Pájaro, aquí, su seguro admirador!