Muchos de los primeros lectores de cortesía de El Tomoscopio de Mimbre se extrañan al constatar cómo al principio de cada capítulo aparece consignada la fecha que acompaña el lugar donde se desarrolla esa trama.
Pues bien, la idea no era otra que reflejar cómo en Tánger convivían (a veces con sus más y habitualmente con sus menos) personas adscritas mayoritariamente a alguna de estas religiones, que como bien sabéis tienen calendario propio.
Y no resultó fácil en un inicio abordar la cuestión. Primero porque el calendario gregoriano se alumbró en 1582. ¿Cómo calcular equivalencias antes de esa fecha? Aún así cuadrar con el calendario islámico era más o menos factible. Pero hacerlo con el hebreo ya fue otro cantar.
El hecho de que éste sea un calendario lunisolar complica aún más las cosas. Y eso que algunas páginas de Internet lo solventan con restas aproximadas que no aciertan ni a la de tres.