Si me hubiesen dicho hace una serie de años que la música medieval tendría una presencia apreciable en la banda sonora de mi vida, habría esbozado una medio sonrisa de «vale, otro día«.
Pero un determinado día se cruzó ante mí la oportunidad de asistir a un concierto de este magnífico equipo de músicos. No seré yo quien descubra, después de 20 años por esos escenarios del mundo, al grupo sevillano ARTEFACTUM. Todo lo contrario; su presencia en la novela es un lujo que quise darme con objeto de aportar algo más de allegro al relato.
Mención especial tiene el zanfoñero mayor del reino, El Pájaro (en el centro de la foto). Un tipo entrañable con sistema operativo de artista y un sentido del humor que salvará a este mundo de tanta máquina y automatización.
¡Pájaro, aquí, su seguro admirador!
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