A tres minutos andando por el mismo lado de la acera donde se ubicaban los conocidos Almacenes México, un turista de visita en Tánger pasaría ante una tienda que, simplemente, vende bocadillos. Otro, más avispado, dejaría sus ojos tres segundos más en la cola de gente que suele congregarse ante el mostrador del local.
En cambio, para un tangerino la tienda de bocadillos de Brahim siempre fue más que eso. Y lo sigue siendo hoy, después de más de cincuenta años abierta al público. En cualquier lugar del mundo, estaría franquiciado y extendido hasta límites insospechados.
La mecánica era fácil: meter en un trozo de pan francés crujiente la combinación de ingredientes más apetecible a la vista del cliente. Aunque el bocadillo cañón era el de mayonesa con zanahoria triturada, rodajas de tomate, cebolla, aceitunas, atún, pepinillos y alcaparras. Algunos incluso pedían acompañarlo con unas patatas fritas. ¿Su gran secreto? Todo recién hecho.
Si van a Tánger y se lo pierden, ¡imperdonable! El Tomoscopio de Mimbre no quiso dejar de mencionarlo.