Con motivo de un proyecto educativo Comenius que el centro SAFA-Ntra. Sra. de los Reyes de Sevilla, allá por 1996, nos encomendó coordinar a mi compañero de Departamento, Prudencio Ruiz, y a mí teniendo que realizar sendos viajes a Enfield (Inglaterra) y a Amiens (Francia).
Sin el euro todavía entre nosotros por aquel tiempo, el cambio de moneda estaba a la orden del día. A la manera de Prudencio, surgió al poco de poner pie en tierra francesa la perla: el Chirifú. Era su palabra para denominar a la moneda del país en visita. La explicación vino rauda tras la pregunta: «en las plataformas de petróleo donde trabajé, cada una en un país y con trabajadores de tantas nacionalidades, establecimos este nombre de referencia que nos permitiera convertir nuestro dinero a moneda local».
El Tomoscopio de Mimbre no pudo olvidarse de este detalle al introducir el personaje del perito de minas de Úbeda y de paso felicitarle mañana por su santo.