Bajo esta denominación, más propia de un título de novela, se haya escondida una de las maravillas de este mundo en una zona del interior del Perú. Más concretamente, si se está en Lima, hay que bajar (mirando al mapa) por la Panamericana Sur unos 200 kilómetros para luego adentrarse en carreteras en las que el único alquitrán lo aportan las colillas de tabaco con la que los descuidados usuarios adornan el firme.
Pero también es verdad que en ese momento empieza la aventura como tal. Esta ruta tiene como metas volantes un conjunto de lagunas que se van descubriendo al viajero a medida que transita por una serie de pueblos como son Pisco, Castrovirreyna y Huancavelica. No menos singulares son los nombres que reciben esos espejos figurados como son Pultocc, Choclococha, Orcococha, San Francisco, Agnococha y Pacococha. Si quieren más datos y fotos de esta ruta…
El Tomoscopio de Mimbre recogió en su relato un paseo que por estos lares realizaba su protagonista a principios de los años noventa y que tuvo luego una consecuencia inesperada en el devenir de la trama. ¡Momento sabroso de la novela!