Una de las reliquias que el siglo XXI se resiste a dejar atrás se encuentra en el bello país de Italia. Más concretamente, en el sur más sur de la península. Y es que cuando se decidió, en su día, que el tren tenía que llegar a Sicilia como a cualquier otro lugar de la península italiana, al toparse en Reggio Calabria con el mar (¡quién dijo miedo!) optaron por la solución más a mano aunque un poco «amarravacas»: montar el tren en un barco.
Por si algún lector entiende que hoy toca inocentada, la imagen que se muestra abajo atestigua como el línea ¿férrea? continúa hasta Messina por…que yo lo valgo.
La novela El Tomoscopio de Mimbre, que también transcurre brevemente por tierras «azzurras», recoge este hecho en un episodio con momentos hilarantes trufados de intriga.