Cuando desde Buenos Aires, más concretamente desde la ribera sur del Mar del Plata uno echa un vistazo a la orilla de enfrente, en un día claro, se divisa perfectamente Uruguay. Pero hasta que no coge uno el barco y gana la otra orilla, no se llega a contemplar una de las reliquias que aún queda en pie (aunque de milagro, visto su estado de conservación).
Es el Real de San Carlos radicado en Colonia del Sacramento, sobre lo que fue el primer asentamiento europeo en el Uruguay. Para que se hagan una idea, en aquel lugar se materializó en 1909 la visión un empresario argentino, Nicolás Mihanovic, al construir un complejo turístico para los adinerados de su país. El asunto cogío tal calibre que el proyecto llegó a contar con su propia central eléctrica y, como no, con un espectacular recinto para el deporte de moda en ese momento: la cesta-punta. En él se jugaron inolvidables partidos entre los mejores jugadores de la época.
Gracias a este descubrimiento, la trama de El Tomoscopio de Mimbre se dejó empapar por las vivencias de este gran país, aunque pequeño en dimensiones, hasta el punto de contruir el personaje de Grisela Berriel que tan imprescindible se volvió para la novela.
Con este delicioso vídeo puede uno hacerse una perfecta idea de lo que fue aquello.