Al igual que ocurre con la inmigración que desembarca en las costas españolas vía patera, que luego no resulta ser ni el 10% de la que nos «visita» al cabo del año, con los dineros despistados en el mundo viene a pasar, a veces, lo mismo.
Grandes nombres de países y regiones surgen en nuestra mente al escuchar hablar de paraísos fiscales. Pues a esos hay que sumar los desconocidos y los disimulados. Entre estos últimos, el mayor de todos: la City. Con estatuto propio y hasta enclaves donde el ayuntamiento de Londres no tiene poder alguno, esta isla del Tesoro se ha convertido en el mayor fabricante de dinero a partir de dinero y, puestos a dar servicios, enjuagadero del mismo.
Sería necesario todo un tratado, que excedería la longitud de estas entradas de blog, para hacerse una mínima idea del peculiar entramado que reporta cada año a las arcas británicas buena parte de sus ingresos.
¿Adoptar el euro los británicos? Espérenlos sentados. ¿Quién se atreve a desmontar el chiringuito? El Tomoscopio de Mimbre no quiso olvidar esta circunstancia.
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