Una de las delicias de profundizar en ciertas lecturas son las sorpresas que nos podemos acabar llevando. La última ha sido conocer cómo una zarzuela titulada La Bruja, y estrenada en Madrid en el Teatro de la Zarzuela el 10 de diciembre de 1887, recoge en su segundo acto el popularmente llamado Coro de los pelotaris.
Y es curioso aterrizar sobre un artículo publicado en 1909 en La Correspondencia de España por el periodista Rafael Solís en el que puede leerse:
«Aquí, en Madrid, después de instrumentado por Chapí en un número originalísimo de La Bruja, el juego de la pelota entró de lleno en las aficiones y gustos del público allá por el año 1890. Fue una verdadera invasión de pelotas, de peloteras, de apuestas y tongos, que ocasionaron la ruina de mucha gente…».
¡Qué casualidad! Algo parecido a lo preconizado en El Tomoscopio de Mimbre sobre la economía especulativa que nos ha traído hasta donde estamos y que bien puede leerse en el capítulo que tiene su desarrollo en Londres.