¡Estás más acabado que las maracas de Machín!, reza el dicho castizo. Lo bueno de ello es que las maracas se pueden reponer. Porque en lo tocante al maestro muchos de sus seguidores lo tenemos de voz presente. Hasta el punto de aparecer en las páginas de El Tomoscopio de Mimbre como y cuando uno menos se los espera.
¡Toda una vida!, la de este cubano que tras un periplo por varios países, aterrizó en la tierra de su padre, España. Precedido ya de fama en su Cuba natal, sería el primer cantante negro en actuar en el exclusivo y excluyente (por no decir racista) Casino Nacional de La Habana.
Pero fue en Sevilla donde acabó recalando, formando una familia y finalmente descansando para siempre. Tal y como se muestra en la imagen de abajo, desde 1978, cada cuatro de Agosto se celebra en el cementerio San Fernando de la capital hispalense, una reunión de amigos del son, y también del ron porque negarlo, en la que tras los cantos se acaba vertiendo una botella del licor caribeño sobre la tumba del genio.
Esta misma tarde, cuando nuevamente esté bajando Celedón sobre la plaza de la Virgen Blanca de Vitoria, algún «machinero» dejará escapar de sus labios aquello de «…aunque la virgen sea blanca, píntame angelitos negros…».