Tánger sigue dejando atrás sus años oscuros fruto del maltrato por parte del rey Hassan II, tras brillar gloriosamente para la Historia de los que la vivieron y visitaron. Una obsesión instalada en Mohamed VI que, estando casado con una tangerina hasta hace unos años, hizo resurgir a esta ciudad de cerca de un millón de habitantes de la catatonia en que se vio sumida.
Crucial fue el nombramiento del por entonces gobernador de Marrakech, para encabezar la magna transformación de esta urbe otrora cosmopolita. Tras el primer limpiado de cara de la ciudad, vino la construcción del puerto comercial más ambicioso del Mediterráneo, Tanger Med y cuya puesta en marcha ha hecho que en Algeciras tuvieran que ponerse las pilas de cara a seguir manteniendo dicho liderazgo.
El penúltimo proyecto, porque en Tánger sólo puede hablarse así ya, es el denominado Tánger-Metropoli que con una inversión de 727 millones de euros del que surgirán nuevas zonas industriales, malecones portuarios, autopistas de circunvalación, pabellones deportivos, hospitales, centros culturales y mezquitas. Y la idea era tenerlo todo listo para finales de este 2017, aunque la cosa se retrasó algo. Estando de acuerdo con Abdellatif Bouziane en que descuidar el compromiso social que puede reportar este proyecto sería una torpeza que la juventud tangerina pagaría caro, finalmente no fue oro todo lo que relució.