Mi padre me contó en alguna ocasión que su madre, mi abuela Isabel, natural de Algeciras, relataba cómo de pequeña acompañaba habitualmente a su padre al puerto de la localidad isleña. Ahí pudo conocer de primera mano las tétricas travesías que realizaron aquellos barcos que, con el alba, transportaban a la reclutería para combatir en la guerra del Rif (1911-1927), volviendo incluso muchos de ellos a puerto bien entrada la noche en sendas cajas de pino.
Pero cuando El Tomoscopio de Mimbre se gira un poco, la imagen modifica su geometría y ofrece otras ópticas adicionales a las vistas con anterioridad. Y así pasa, cuando se lee más del tema, que saltan perlas como la utilización de gas iperita (conocido como gas mostaza) por parte del ejército español, ya en 1926, contra las tropas lideradas por Mohamed ben Abd-el-Krim, aunque bien es cierto que el primero en llevarse bofetadas en esta guerra (y de las tradicionales) fue Ahmed al-Raisuni. Todo por reclamar su derecho al trono de Marruecos, cosa que casi consigue cuando el presidente norteamericano Theodore Roosevelt se enfrentó al «gobierno de la zona», que lo acabó nombrando Pachá de Tánger y gobernador de Yebala. Luego se haría «amigo» de España y llegaría a combatir contra el propio Mohamed ben Abd-el-Krim. ¡Sorpresas te da la vida!