Para una localidad que tiene cerca una estación de esquí de verano, debido a que en invierno la nieve le llega al pecho a los postes del telesilla, lo de sureño puede sonar a broma de mal gusto pero es lo que hay. Aunque no es la única curiosidad que esta ciudad posee.
Por una parte, un paseo por sus calles acaba por aflorar alguna diversidad étnica sorprendente: de entre los sudamericanos, se lleva la palma la comunidad chilena. Por otra, toparse cerca de la puerta de salida de unos almacenes con un mendigo de bronce recostado, tiene su miga. Hasta que te cuentan que el ayuntamiento lo hace para recordar la de gente que lo pasa mal aunque en la ciudad no la haya.
Sin embargo, el currículum de la ciudad está, nunca mejor dicho, coronado por la famosa Princesa Kristina de tan grato como breve recuerdo para los sevillanos de mediados del siglo XIII. Todo esto y más queda recogido en las páginas de la novela El Tomoscopio de Mimbre, si están interesados.
Y si encima, todo esto se adereza con música de Edvard Grieg entonces tenemos el cuadro completo: