¡Oh, deer!: los sikas de Nara

Sika de Nara

¡Pese a todo están considerados como intocables!

En una entrada de la semana anterior se publicaba en este blog la fascinante aventura del escritor español Vicente Blasco Ibañez, relatada en su interesante «La vuelta al mundo, de un novelista«. Pero fue durante la lectura del episodio donde el autor desgrana sus andanzas por Japón cuando se produjo uno de esos momentos mágicos que la vida te regala de vez en cuando.

Repasando algunos blogs y vídeos que en Internet hay publicados sobre viajeros y turistas al país del Sol Naciente, quiso la casualidad que una de aquellas grabaciones audiovisuales mostrara la apacible vida que llevan unos cervatillos en el Parque Nacional de Nara. Esta ciudad, bajo la denominación de Heijō-kyō, fue la primera capital fija de Japón. Cuenta la leyenda que allá por el siglo VIII, a los pocos años de su fundación, «un dios montado en un ciervo blanco visitó el lugar sobre el monte Mikasa». Desde entonces los ciervos sika (shika en japonés) de este lugar, aparte de sagrados, son considerados como «los protectores de la ciudad y mensajeros de los dioses», hasta el extremo de que matar un ciervo en Nara en tiempos pretéritos conllevaba la pena capital.

La magia brotó al comprobar cómo en el libro, Blasco Ibañez describía su periplo por las sendas de este parque en el momento de ser «asaltado» por estos animalillos en busca de sus ansiadas galletas de avena prensada, mientras que en el vídeo se reproducía la misma escena por parte de unos occidentales del siglo XXI.

El Tomoscopio de Mimbre no dejó pasar la oportunidad de incluir entre sus páginas, aunque de forma breve, una referencia a este episodio. Y les obsequia con este vídeo para su disfrute.