Una tradición que tiene pocos visos de desaparecer en una gran parte del pueblo español es la escasa consideración que ha prestado, por norma, al conocimiento y a la gente que se preocupa por producirlo.
Y ya no es tan sólo el rancio «que inventen ellos» de Unamuno. Es que hay muchos que todavía no han interiorizado que el conocimiento, y más en la sociedad que nos toca vivir actualmente, es el futuro de un país. ¡Así de crudo!
Este hombre elevó a niveles más que decentes el nivel de la ínfima ciencia española de entonces, convirtiéndose en el primer catedrático de Ecología en España, cuando más de uno desconocía hasta el significado del término.
Queda para la memoria cuando hace casi treinta años en Quebec, al recibir su Doctorado Honoris Causa por la Universidad Laval, este científico quiso remarcar a la audiencia presente acerca del desequilibrio en la distribución de energía entre los estados del Norte y los estados del Sur de la Tierra, de entre todos los problemas que vislumbraba en su horizonte.
No iba para nada desencaminado. ¡Tenía todo que ver con la energía exosomática! Y así lo hizo constar El Tomoscopio de Mimbre en sus páginas.