Cuando la historia que se recoge en El Tomoscopio de Mimbre empezó a fraguar en mi cabeza, a medida que iban pasando los días, iba definiéndose una imagen femenina que acabó erigiéndose en hilo conductor de fondo de la trama: Hiromi Fujishima. El nombre surgió de cortar y pegar diversos nombres que conocía a través de múltiples lecturas.
Un año después, me topé por azar con una página web francesa sobre nombres orientales en la que se hacía una atribución al nombre de Hiromi las virtudes de Gran Belleza, Gran Corazón, Gran Sabiduría y Mente Abierta. ¡Pues vale!, me dije.
Pero la gran sorpresa saltó hace unos días cuando de repente, en una página que se mostró en mi monitor de manera accidental, aparecía la imagen que preside esta entrada. Pertenece a una modelo japonesa llamada Haruna Yabuki, a la que no conocía de nada pero cuyos rasgos, similares a los imaginados para Hiromi, estuvieron siempre presentes a lo largo del alumbramiento de la novela.