Si existe algún lugar, como pocos, en el que la arbitrariedad hizo nido a lo largo de estos años, este es en un aeropuerto. Y por si no hubiera bastante, los atentados del 11-S en Nueva York acabaron de poner la guinda al pastel.
Todos hemos recogido testimonios personales y relatados sobre los procedimientos empleados por algún agente de la autoridad competente, más subidito de soberbia que de celo, protagonizando escenas que bordeaban el marco legal vigente.
En las páginas de El Tomoscopio de Mimbre se ha dejado constancia de algún que otro momento estelar acaecido al protagonista debido, precisamente, al color de su piel y otro sucedido en Nigeria donde lo oscuro no correspondía en este caso a ningún atributo personal.