En este desfile con cuentagotas de los personajes que conforman la plantilla de la novela El Tomoscopio de Mimbre, hoy le llega el turno a uno de los de mayor calado: Don Everardo Loizaga. Aunque ese peso nada tenga que ver con circunstancia física alguna sino más bien por la influencia ejercida sobre el protagonista, Román Arthés, a lo largo de su adolescencia.
No obstante, el personaje se construyó también con otros objetivos: el primero, reinvindicar los padecimientos de un colectivo que fue virulentamente castigado por el régimen franquista. Muchos de ellos acabaron abandonando el país y aunque Tánger no fuese un destino donde se asentaran en gran número.
Lo segundo, evidenciar que esta pérdida de talentos que supuso para un país junto a otras circunstancias, siguen contribuyendo a que, aún hoy, España sea una sociedad que continúa sin valorar como se merece a las personas con conocimientos.
Les dejo un magnífico artículo de hace unos años al respecto así como una reseña gráfica con la imagen de la entrada.