Hoy, con motivo de la festividad de San Francisco Javier, patrón de los pelotaris, El Tomoscopio de Mimbre quiere referirse una vez más al tema de las apuestas en la cesta-punta. En esta ocasión con motivo del cierre en Septiembre del casino Revel en Atlantic City (EEUU), localidad conocida por su vinculación desde finales de los 70 al juego al igual que Las Vegas.
Ante la clausura de esta mole arquitectónica que costó 2000 millones de dólares, Richard McGowan, profesor de economía de la Universidad de Boston y experto en la industria del juego, afirma en un artículo de El País: “La gran lección que nos ofrece Atlantic City es que no se puede depender sólo del juego si quieres atraer turistas. En Las Vegas, por ejemplo, sólo el 50% de sus ingresos procede del juego. El resto lo aportan los espectáculos, las tiendas y los restaurantes”.
Diagnóstico certero que explica porque la cesta-punta de los tiempos gloriosos se vino abajo al ser incapaz, en casi todas partes, de conformar una diversificación de ingresos que complementara el de las apuestas. De ahí que, hoy en día, cualquier intento de devolver ese lustre perdido al deporte de la cesta-punta pase por no colocar como pilar central del edificio uno en cuya composición participen enteramente las apuestas. Y por la que se ve venir, vaya tomando nota la economía mundial con la pésima costumbre que ha cogido de utilizar la batitrader para fabricar dinero a partir del dinero.