Un 26 de Octubre llegó a los periódicos de medio mundo un cable diciendo: “Río de Janeiro, 26. El paquete Principessa Mafalda naufragó en las costas de Bahía ayer a las 19:15. Han sido salvados 400 pasajeros de un total de 1600”. En Buenos Aires, lugar de comienzo de esta última travesía hasta Génova, la noticia tuvo una repercusión máxima.
Suerte parecida correría, años más tarde, la princesa italiana que daba nombre al barco siniestrado. Hija de Víctor Manuel III de Saboya, emparentó «realmente» con un príncipe alemán que acabó mostrando sus simpatías por el fascismo italiano, así como al cada vez más pujante que se abría paso en su país. Eso llevó a diferentes encontronazos al matrimonio.
Que llegó a su culmen cuando en 1943 el monarca de Saboya encarceló a Benito Mussolini, tras la entrada de los aliados en Italia. A raíz de aquello, Hitler se agarró un rebote de cuidado poniendo a esta familia real en su punto de mira. Y así ocurrió que Mafalda fue apresada, bajo engaño, y llevada a un campo de concentración alemán acusada de traición, en el que acabaría muriendo.
Pese a todo lo relatado, yo me sigo quedando con el personaje del genial dibujante argentino Quino. El Tomoscopio de Mimbre también incluye una pincelada al respecto.