Ubicada en la antigua «La Superba», nombre que recibía Génova en la Edad Media, cuando ostentaba su condición de República Marítima, ha sido testigo y guía de embarcaciones desde 1128, que se sepa. En realidad, este primer faro fue uno de los caídos por causa de fuego amigo al batallar el capitán Andrea Doria contra unos franceses que habían hecho nido y fonda, sin permiso, por las inmediaciones. Es por ello que la actual «antorcha» data de 1543, fecha de la que se conoce su reconstrucción tal como la vemos.
El peñón que actualmente acoge a la Lanterna es lo que queda del promontorio de San Benigno, al que se arrebató superficie para construir uno de los puertos más prósperos del mundo.
Desde las primeras ramas secas que se quemaban en la cima del promontorio hasta la moderna iluminación, pasando por las lámparas de aceite de oliva, esta majestuosa «luz de costa» ha sido testigo no sólo del paso y atraque de innumerables barcos si no de fareros ilustres como el propio Antonio Colombo, tito de Cristóbal, este último también conocido como descubridor del continente americano. Sin hacer por supuesto de menos a Román Arthés, protagonista de la novela El Tomoscopio de Mimbre, cuya llegada a este puerto supone un antes y un después en el desenlace de la trama.