Hay sabores míticos que se producen en la infancia que lo acompañan a uno toda su vida. En mi caso, mi rito iniciático comenzó en la mágica pastelería de Madame Porte en Tánger y el dulce en cuestión es el que pueden degustar con la vista aquí a la izquierda.
Este «pastelito» de nombre religiosa (más bien monja) es uno de los clásicos de la repostería francesa, elaborado básicamente con pasta choux (la de los profiteroles, vamos) y crema pastelera (de chocolate o café, normalmente).
La patente de su puesta en el mundo se atribuye al literariamente famoso Café Frascati de París, allá por 1856, regentado por un heladero napolitano en esas fechas.
Tanta huella dejó en mí este pastel, que se ha convertido en una costumbre al poner pie en territorio francés comprar el semanario Le Canard enchaîné y una de estas dulcicadezas.
Eso sí; el signo de los tiempos ha permitido a nuevas generaciones de reposteros echar a volar su imaginación para crear nuevas variaciones sobre el mismo tema.
Muy oportuno, ya que tu mama está cumpliendo años hoy.
Seguro ireis a la pastelería de Madame Porte, calle Goya,
Tánger, a las 5 PM, a tomar el té con religiosas.
Felicitaciones y buen provecho.
¡Que envidia!